De una colección privada, y sin ser la intención, hemos hecho un Museo.
Si te pasas media vida comprando trenes, parece que tendría que ser suficiente.
Pero el afán del coleccionista se extiende como una mancha de aceite y abarca todo aquello relacionado con el mundo del tren real:
acciones de compañías ferroviarias, placas de fabricantes, farolas, gorras, y un largo etcétera.
Mi intención es que disfrutéis al mismo tiempo que aprendéis, seáis o no aficionados al mundo del ferrocarril.
Por eso la visita es guiada: no puedo permitir que salgáis indiferentes.